Acechando casi en el límite del espejo de agua, observa. Quieta, casi inmóvil, con sus dos kilos de pura potencia muscular, lista para dar el golpe certero. De pronto, una explosión en el agua interrumpe el silencio de la tarde. Esta vez el junquero, ave tan inquieta como cauta, se salva, y la tararira reposa nuevamente en el lecho de la zanja hasta que todo vuelva a la calma aprestándose para arremeter sobre una nueva presa.
Este pequeño párrafo relata una escena típica de nuestro delta. Refleja como este voraz pez se alimenta utilizando una estrategia de espera sorpresiva y violenta…
La tararira o tarucha se conoce científicamente como Hoplias argentinensis (ex malabaricus – la primera fotografía). También se cita para nuestras aguas a Hoplerhytrinus unitaeniatus (la segunda fotografía) que es una especie de menor tamaño con el hocico romo y bien redondeado que se conoce con el nombre vulgar de tararira ñata. Recientemente, la ciencia reconoció a una nueva especie, Hoplias mbigua (ver al final de la nota el apartado «Una grata llegada»)
Comunmente se denomina a la tararira que pescamos en nuestros ámbitos de agua dulce tarucha, pirá ñaró, tarango, y taralila. En algunas provincias del norte argentino las llaman «dientudos».
Su habitat es muy amplio en virtud de la facilidad de adaptación al medio que posee. La podemos hallar en muchos y muy variados ambientes. Habita en la cuenca del Plata, en los ríos Paraná, Uruguay y tributarios, y en el río Salado y su sistema de lagunas, en aguas de arroyos y lagunas cordobesas, en diversos ámbitos de Jujuy, Salta, Tucumán, Formosa, San Luis, La Pampa, y en toda zanja, arroyo o tajamar que se halle hasta el límite natural que se establece en el río Colorado. No hay registro de capturas al sur de este último curso de agua.
Es un pez de aguas templadas. Su metabolismo funciona de manera óptima con buena temperatura, pero resiste las bajas marcas invernales. Reduce su ritmo cardiorrespiratorio y se nutre alimentándose someramente y de sus propias reservas grasas hasta los últimos fríos, circunstancia en la que comienza a activarse nuevamente.
UN DATO PARA TENER EN CUENTA
Luego de experiencias verdaderamente desconcertantes, podemos afirmar que a fines de agosto, aún con frío, se inicia la temporada para la pesca en el borde exterior del delta. Los últimos años, entre el mencionado mes y mediados de octubre, realizamos muy buenas capturas, luego, la pesca va mermando a medida que la temperatura aumenta, hasta hacerse más difícil en los meses de enero y febrero, para reactivarse nuevamente en marzo, extendiéndose hasta fines de abril, cuando vuelve a «descansar» hasta la previa de la primavera.
Se distingue por ser una especie bravía que tiene un gran caudal de energía que se evidencia en la espectacularidad de los saltos y de las veloces corridas que emprende en el momento de la lucha. Una vez clavada despliega un combate poco común pleno de emociones que otorgan al pescador los ingredientes necesarios para disfrutar de una brillante experiencia. La tararira debe apreciarse premiando su esfuerzo devolviendole su libertad como norma ética del pescador. Lo preferimos.
Morfológicamente se la describe como un pez tosco. Presenta el cuerpo fusiforme, subcilíndrico y ligeramente alargado. La piel está cubierta de gruesas escamas cicloideas y de una abundante capa de mucus que sirve de protección contra los parásitos externos como las sanguijuelas que abundan en las lagunas bonaerenses.
Su color es pardo en la región dorsal, atornasolado con manchas en ambos flancos y blanco amarillento en la zona ventral. La coloración de la tararira puede variar por tener en su piel abundancia de células pigmentarias llamadas cromatóforos, unidades que reaccionan ante pautas impuestas por el medio externo (temperatura, transparencia y grado de salinidad del agua) y del medio interno (libreas nupciales, irritabilidad, etc.)
La cabeza es grande y muy osificada. En ella se destacan dos ojos redondos, casi inexpresivos. La boca es enorme y está armada por gran cantidad de dientes caniniformes presentes hasta en el paladar. Las dos especies mencionadas tienen siete aletas: una gran dorsal, una caudal de contorno redondeado, una anal, dos pectorales y dos ventrales, todas ellas con rayos flexibles.
De hábitos alimentarios netamente carnívoros acecha a sus víctimas desde sitios estratégicos que busca entre la vegetación acuática. Cuando la posible presa se encuentra a su alcance, descarga sobre ella una veloz arremetida que no siempre finaliza de manera exitosa. Cazadora por naturaleza, vorazmente da cuenta de dientudos, mojarras, bogas, sabalitos, bagres, ranas, pequeñas aves e insectos. Los pescadores tienen en cuenta esta característica para capturarla por medio de finas modalidades como el spinning o el fly cast.
El desove comienza a realizarse en primavera. La ovoposición es gradual, sucediéndose las puestas hasta fines del verano alcanzando a generar varios miles de huevas por temporada. A los pocos días de haberse llevado a cabo la fecundación, se completa el desarrollo embrionario eclosionando un inquieto alevino que en ocasiones puede llegar a medir hasta un centímetro de longitud.
En la primera etapa los pequeños se alimentan de un rico nutriente que llevan dentro de su saco vitelino. Luego predan vorazmente sobre distintos tipos de microorganismos acuáticos y por último comienzan a capturar alevinos y juveniles de otras especies para así dar inicio a un régimen alimentario ictívoro por excelencia.
En lo que respecta a sus dimensiones rara vez supera los cincuenta centímetros de longitud y los cinco kilos de peso, pero sin lugar a dudas, un ejemplar de unos dos kilos clavado en el extremo de nuestro equipo, será más que suficiente para comprender el inmenso poder batallador de las «Hoplias».
LAS GRANDES AZULES
Existe en diversos ámbitos de la República Oriental del Uruguay como el Palmar de Soriano, el río Yi o el río Queguay, una variedad de gran tamaño. Se trata de la tararira gigante azul llamada por la ciencia Hoplias lacerdae. Esta especie puede superar el metro de longitud y alcanzar los quince kilos de peso. Ya existen registros fehacientes de capturas de «azules» en nuestro país al sur de la provincia de Entre Ríos y en el delta del Paraná. Tuvimos la ocasión de obtener un ejemplar de 6,400 kg. en un arroyo ubicado en el borde exterior del delta. Coherentemente con nuestro criterio, «la azul» fue devuelta a su medio.
La tararira es un pez muy interesante para estudiarlo en el campo del comportamiento animal. Tiene un alto sentido de la sociabilidad y de la familia. Macho y hembra alternan tareas de confección y oxigenación del nido y luego del nacimiento protegen cuidadosamente a sus crías.
TARARIRAS AMERICANAS – Un poco de Sistemática
La Familia Erythrinidae, agrupa a varias especies muy emparentadas con nuestras tarariras. A continuación presentamos a toda una familia de «taruchas» que viven en distintos ámbitos de agua dulce de nuestro continente.
GÉNERO HOPLIAS
Hoplias argentinensis (ex malabaricus)
Hoplias lacerdae
Hoplias brasilensis
Hoplias aimara
Hoplias curupira
Hoplias intermedius
Hoplias australis
Hoplias teres
Hoplias microcephala
Hoplias lepis
Hoplias patana
Hoplias mbigua
GÉNERO ERYTHRINUS
Erythrinus erythrinus
Erythrinus specimen
Erythrinus kessleri
GÉNERO HOPLERYTHRINUS
Hoplerythrinus unitaeniatus
Hoplerythrinus unitaeniatus
Hoplerythrinus gronovii
Hoplerythrinus cinerus
UNA GRATA LLEGADA
Finalizando el año 2015, cuando el libro «Tarariras, conocimientos y artes para su pesca» estaba en etapa de revisión, llegó a los pescadores una muy buena noticia. Investigadores del Equipo de Biología Pesquera de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales (FCEQyN) de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) habían identificado en el noreste argentino una nueva especie de tararira. Se trata de Hoplias mbiguá.
Se la empezó a estudiar en 2009 y llevó un tiempo considerable examinar sus características biológicas para por fin, determinar fehacientemente el hallazgo.
Se distingue de Hoplias malabaricus por algunos detalles: su coloración, es bastante más oscura, pardo-verdoso en la región dorsal y blancuzco en el vientre. Tiene la particularidad de poseer bandas transversales oscuras en la pigmentación de la mandíbula inferior. Morfológicamente es diferente, su cuerpo es más angosto y menos robusto con cabeza más alargada y achatada que su mencionado congénere.
Se determinó su género Hoplias, y respetando la nomenclatura binaria fue necesario definir lo específico, o sea, su nombre propio. El nombre elegido fue «mbiguá», en honor a un integrante del equipo. Isabelino “mbiguá” Rodríguez, quien es un pescador que colaboró durante muchos años como baquiano en el equipo de científicos que identificó a esta especie. Si bien esta clase de equipos se compone por biólogos e investigadores, Rodríguez actuó como conocedor del río, guiando la embarcación, y participando dinámicamente en el recorrido de las redes. Como reconocimiento a su actividad, que no aparece en ninguna publicación, eligieron su apodo para distinguir a esta nueva especie.
2 comentarios en “TARARIRAS – Iracundas, todas ellas”
Excelente nota Víctor, bien amena y didáctica para releer en cada comienzo de temporada.
Muchas gracias Claudio! El finde salen los primeros relevamientos!
Un abrazo!